Cosas que hemos aprendido gracias al coronavirus

Hay dos formas de aprender: poco a poco o a la fuerza. Hacerlo tranquilamente y a tu ritmo es mucho más llevadero, pero a veces la tierra tiembla bajo tus pies y te toca hacerlo por las malas.

Lo que aprendes en estas circunstancias difíciles, cuando te enfrentas a retos impensables y te ves obligado a traspasar tu zona de confort sin salvavidas, ya no lo olvidas nunca. Es un aprendizaje brutal, pero súper efectivo.

A nosotras no es la primera vez que nos ha tocado pasar por esto. Zsa Zsa Zsú nació de la crisis de 2008, cuando nos vimos obligadas a eso que está tan de moda que llamamos “reinventarse”. Tres mujeres (dos de ellas madres de niños pequeños) enfrentadas a un ERE, un despido por cierre y un despido que incluyó juicio por mobbing tras una reducción de jornada por maternidad. Llevábamos 5, 11 y 18 años en nuestros respectivos puestos de trabajo y el impacto emocional de ver que lo que considerabas tierra conquistada te era arrebatado de la noche a la mañana fue grande. Podíamos habernos acogido al desempleo y haber esperado a que amainara la tormenta, pero fue una opción que no contemplamos ni cinco minutos. ¡No nos quedaba otra que liarnos la manta a la cabeza!

Nos armamos de valor y apostamos por una idea de negocio novedosa y sin implantación en nuestra ciudad. Entonces la comunicación online era un campo emergente y una forma económica de darnos a conocer. Apostamos por ella y por las acciones de guerrilla como estrategia de marketing. Curiosamente, después de seis años nos dimos cuenta de que éramos mejores comunicadoras que vendedoras de ropa y decidimos virtualizarnos. Ahora dedicamos el 100% de nuestra actividad profesional a ello.

Mirando hacia atrás te das cuenta de que la adaptación es clave. Después de hacer recuento de capacidades y aptitudes para ponerlas al servicio de un proyecto nuevo en un sector desconocido, descubres que puedes hacer cosas totalmente diferentes con recursos que ya tenías.

También es importante aceptar que la incertidumbre va a formar parte de tu vida a partir de ese momento. Seguramente esta parte es la más difícil.

Hoy vivimos momentos de incertidumbre más grandes todavía. La crisis del coronavirus creemos que es más angustiosa que la financiera de 2008 por diferentes razones: a los problemas económicos se asocian los sanitarios; es una crisis de una envergadura global de dimensiones todavía mayores; ha sido absolutamente inesperada y repentina; ha obligado a la imposición de restricciones forzosas sin precedentes -paralización temporal de la actividad de muchas empresas, limitación de movilidad de las personas, confinamiento domiciliario-.

En estos primeros días de caos, hemos podido testar el enorme valor de las redes sociales como canal de comunicación para las empresas, sea cual sea su tamaño. También la importancia de haber consolidado ya un servicio de venta online eficiente.

Todos nuestros clientes están aprovechando su presencia online para hablar de tú a tú con su audiencia: informar en tiempo real de cierres, horarios, productos disponibles, adaptación de sus servicios a las cambiantes normas impuestas por las autoridades sanitarias… ¿Cómo están haciendo eso quienes no se subieron a tiempo al tren de las redes sociales? ¿con un cartel en su puerta que nadie lee porque estamos todos confinados en nuestras casas?

Aquellos de nuestros clientes que cuentan con una tienda online disponen además de un canal de venta abierto 24×365 cuando gran parte de su competencia tiene la persiana bajada. Un balón de oxígeno para soportar mejor los rigores impuestos por el covid19, que además se apoyan en una estrategia de comunicación online que acerca el producto adecuado al cliente que lo está buscando.

Cada crisis supone un test de estrés que solo superan aquellas empresas más previsoras y mejor preparadas.

La digitalización ya era una realidad ineludible y ahora más que nunca se hace patente su utilidad en un mundo incierto, cambiante y global.

Renovarse o morir, dice el refrán. Por suerte en cuestión de empresa, morir puede ser algo temporal: si encontramos fuerza y recursos podemos volver a levantarnos para construir algo nuevo, ahora sí con el aprendizaje a nuestras espaldas. Un aprendizaje brutal, pero indeleble.

Estamos seguras de que de esta crisis vamos a extraer muchas lecciones y algunas de ellas tienen que ver con la tecnología:

  • La ventajas económicas y sociales del teletrabajo.
  • Nuevas estrategias de formación apoyadas en el mundo digital.
  • El enorme valor informativo que tienen las redes sociales para las empresas sea cual sea su tamaño.
  • Las inmensas posibilidades comerciales que hay al otro lado de la pantalla de tu ordenador.
  • El auténtico valor SOCIAL que tienen las redes sociales. Más allá de haters, bulos y fake news hemos asistido a una ola de solidaridad apoyada en ellas y se han convertido en una herramienta imprescindible para mantener el contacto con nuestros amigos y seres queridos.
  • La importancia de crear una red de conexión a internet de calidad en todo el territorio y de facilitar que las familias dispongan de equipos informáticos eficientes en sus domicilios para que nadie se quede atrás en el reto de la digitalización.

¿Qué otros aprendizajes tecnólogicos crees que deberíamos extraer de esta difícil prueba? ¿y no tecnológicos?

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